Los dioses nos visitaron desde tiempos remotos y todo cambió. Se veían milagros por doquier, tributos se sumaron a los impuestos para mantenerlos contentos. De sacrificar monedas pasamos luego a sacrificarnos nosotros, todo sea por sus divinos libidos.
Más que dioses parecían gitanos, ¿pero quién osaría contradecirlos? Ya hace eones nos habían quitado el Sol. Y aun con nuestra tecnología podrían hacerlo de nuevo, y Prometeo hacía mucho que nos había abandonado.
Nos prometieron tierra y riquezas. Les dimos todo. Blancas y secas quedaron nuestras casas mientras ellos reconstruían su añorado Olimpo.
Sólo nos dejaron la vida y la muerte, el resto se lo llevaron de regreso a la Antigüedad.
Y ya engañados, reconstruiremos nuevamente nuestra ciudad y nuestras fes, mientras rogamos que la siguiente vez, vengan dioses menos humanos.
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